El centollo, Maja squinado, es un crustáceo decápodo braquiuro reptador perteneciente a la familia Majidae.
Su cuerpo recuerda al de una araña: oval, grueso, caparazón redondeado y rugoso.
Sus patas son delgadas, largas y cubiertas de vellosidades, cuyo primer par se ha transformado en potentes pinzas.
En cuanto al color, varía entre distintas tonalidades de pardo rojizo, según el hábitat.
La medida más común para comercialización varía entre 17 y 20 centímetros.
Acostumbra vivir en fondos de hasta 100 metros de profundidad, entre rocas y arena, cubierto de algas que le permita camuflarse; en primavera se acerca más a la costa.
Las principales áreas de distribución de los centollos son: latitudes medias del Atlántico oriental, Galicia, el Cantábrico, Francia, las Islas Británicas y el Mediterráneo.
Se alimenta de una gran variedad de organismos, dominando las algas y moluscos en invierno, y equinodermos como los erizos en verano.
Si está vivo puedes introducirlo en agua fría con sal y ponerlo a hervir (en caso de tener un fuego fuerte).
Debes añadir unos 5 litros de agua por pieza y 70 gramos de sal por cada litro.
Otra opción es matarlo antes, introduciéndolo en agua fría con hielo o templada para acelerar el proceso.
Una vez muerto debes poner el agua a hervir (con las proporciones mencionadas anteriormente) e introducirlo en ella cuando lo haga.
El tiempo de cocción se contará una vez que el agua vuelva a hervir y, aunque dependerá del tamaño de la pieza, la media estimada es de unos 15 minutos.
Debe consumirse a continuación; si lo pones en el frigorífico, el frío resecará su carne.
El centollo es una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico y de ácidos grasos poliinsaturados, que son beneficiosos para reducir los niveles de colesterol y de triglicéridos en sangre, reduciendo el riesgo de producción de trombos y coágulos.
Respecto al contenido en minerales, es muy rico en selenio, fósforo, zinc y yodo, siendo considerables los niveles de sodio, magnesio y hierro.
En cuanto a las vitaminas, los aportes de niacina y vitamina B6 son los más significativos, seguidos de los de vitamina E.