La navaja, Ensis ensis, es el nombre con el que se identifican diferentes especies pertenecientes a los géneros Ensis y Solen, de la familia de los solénidos. Es un molusco bivalvo.
Su aspecto es rectangular, una concha alargada, rectangular y muy frágil, con valvas alargadas y arqueadas en el interior, y estrías verticales y horizontales muy finas en el exterior.
Tiene una superficie brillante, con color que va del blanco al marrón claro, con bandas marrones o rojizas
Su longitud media varía entre 7 y 10 centímetros, aunque puede llegar a alcanzar una talla máxima de 20 centímetros.
Se localizan en fondos arenosos de poca profundidad, enterradas bajo la arena, con una profundidad de unos 50 cm.
Se las captura en el Mediterráneo y en el Atlántico, desde Marruecos hasta las costas de Noruega.
Se alimentan a base de plancton y materia orgánica en suspensión.
Antes de cocinarlas es importante que introduzcas las navajas en un recipiente con agua y un poco de sal varias horas, para que expulsen la arena contenida en su interior, y las laves luego con agua.
Su preparación básica consiste en hacerlas a la plancha: pones aceite en ella, la calientas y colocas las navajas encima, añadiendo un poco de sal.
Las dejas entre uno y dos minutos y, al sacarlas, añádele ajo y perejil. Se sirven calientes.
Se trata de un molusco de bajo contenido calórico, por lo que puede incluirse en dietas indicadas para reducir el peso corporal.
Además aporta proteínas de alto valor biológico, necesarias para el correcto crecimiento y desarrollo.
De su grasa destaca el contenido en ácidos grasos poliinsaturados omega 3, lo que disminuye el riesgo de formación de coágulos, protege ante la aparición de enfermedades cardiovasculares y reduce grasas nocivas para el organismo como el colesterol malo.
Su aporte de calcio es beneficioso para la correcta salud ósea y prevención de la osteoporosis, y su contenido en yodo evita enfermedades como el bocio.