La almeja fina, Venerupis decussata, es un molusco bivalvo.
Su cuerpo es blando, protegido por dos conchas unidas por un filamento que posibilita su apertura o cierre, con estrías muy finas semicirculares en el exterior.
Carecen de ojos y cerebro, pero disponen de aparato digestivo y corazón.
La tonalidad varía del gris claro al oscuro con manchas pardas, pero existen multitud de especies de almejas.
Habitan los fondos arenosos del litoral atlántico, el Canal de la Mancha y el Mar Mediterráneo aunque en menor medida.
Se pueden encontrar enterradas en la arena de la zona intermareal.
Se alimentan básicamente de plancton.
Se trata de un producto de intenso sabor marino y textura suave, que puede ser el ingrediente principal o acompañante de las mejores recetas marineras.
Es habitual elaborar almejas en salsas, como puede ser la marinera, o añadirlas a diferentes sopas de mariscos.
Las almejas contienen uno de los niveles más bajos de grasa de todos los mariscos y destacan por su alto contenido en hierro, por lo que ayudan a evitar diferentes anemias.
Tiene también un alto contenido en yodo, selenio, proteínas, agua, magnesio y calcio, además de destacar la presencia de fósforo, el cual se encuentra directamente relacionado con huesos y dientes, participando también en los sistemas nervioso y muscular.
Las principales vitaminas que contienen las almejas son la B3 y la vitamina A; la primera favorece el aprovechamiento de los nutrientes energéticos en el organismo, regula procesos como la formación de glóbulos rojos, producción de hormonas sexuales y síntesis de material genético y, la vitamina.